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Como bien es sabido la práctica de una alimentación saludable es fundamental para mantener un adecuado estado de salud. En el caso de la insuficiencia renal, este cuidado de la alimentación resulta especialmente relevante ya que una inadecuada práctica alimentaria aumenta el riesgo de sufrir complicaciones y por ende favorece un deterioro progresivo.
El riñón es un órgano vital a través del cual se depuran las sustancias tóxicas del organismo (función excretora) y también se eliminan los líquidos a través de la orina (función secretora).
No debemos engañarnos, a priori, la pauta de alimentación del paciente renal puede resultar compleja, máxime para una persona que carece de conocimientos sobre nutrición. Son muchos los nutrientes y/o alimentos que están restringidos o deben controlarse en los pacientes renales: proteínas, sodio, potasio, líquidos, etc.
Un mal control de estas sustancias aumenta el riesgo de presentar repercusiones negativas en la salud del paciente renal. El exceso de líquidos, sodio, potasio y fósforo puede provocar problemas cardiacos y en los vasos sanguíneos, y un inadecuado consumo de proteínas conlleva una posible acumulación de urea que puede provocar malestares estomacales y nauseas.
Por el contrario, una alimentación adecuada mejora la calidad de vida. En el caso de estar en tratamiento de hemodiálisis permite un resultado más satisfactorio e incluso hace que el paciente esté mejor preparado para un futuro trasplante renal en caso de que sea necesario.
Por ello, los sanitarios deben contribuir a que el paciente renal tome conciencia de su enfermedad para mejorar el autocuidado. Mejorando el conocimiento sobre la influencia que tiene la alimentación en su enfermedad, adquiriendo conocimiento sobre los alimentos, su preparación y cómo pueden repercutir positiva o negativamente en su salud.
Estos conocimientos serán la clave para que el paciente pueda mejorar la elección de los alimentos para confeccionar una alimentación variada y adecuada a sus necesidades que le permita disfrutar del placer de la comida sin poner en riesgo su bienestar y su salud.
La pauta de alimentación debe ajustarse a las características físicas del paciente (edad, peso, talla,…) y el grado de función renal. Un buen asesoramiento sanitario puede ayudarle en la toma de decisiones alimentarias, como qué alimentos puede tomar, en qué cantidades y a elegir los métodos de preparación, así como los alimentos a evitar y por cuáles pueden ser sustituidos.
Este aprendizaje o entrenamiento permite incorporar sus alimentos favoritos ajustando las recetas así como el resto de alimentos que componen la ingesta diaria, de esta forma el paciente renal se sentirá menos limitado y menos diferente de las personas con las que come.
Al mismo tiempo, a través de las nuevas tecnologías (internet, apps, etc.) podemos encontrar recursos para facilitar de una forma práctica el poder llevar a cabo una alimentación adecuada, ayudar a la gestión de sus cuidados y mejorar la adherencia al tratamiento.
A través de este post queremos resaltar la necesidad de recurrir a fuentes fiables y de calidad para obtener una información adecuada que permita tener un buen manejo de la enfermedad renal. Sin duda los profesionales de la salud que atienden a los pacientes renales (médicos, enfermeras, dietistas-nutricionistas…) son los más indicados para orientar al paciente en estos aspectos.
Fuentes: http://www.dialisis24h.com/ «Guía para el paciente renal en la unidad de diálisis». Unidad de Nefrología-Diálisis. Hospital Universitario Donostia «Health Eating for Hemodialysis Spanish». American Kidney Fund «Guía para pacientes con tratamiento de hemodiálisis». Unidad de Nefrología. Hospital Universitario Reina Sofía. «11.440 menús semanales para enfermos renales crónicos». García Margallo Sólo de Zaldívar, Pilar. Consejería de Salud. Junta de Andalucía.
